Limitaciones para una contratación pública transparente
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Este es un post de invitado de Sergio Jiménez. Sergio es Analista especializado en transformación digital para Administraciones Públicas y consultor independiente.
Si hay algo que nos ha quedado en el subconsciente de los años de escándalos de corrupción cotidiana es que la contratación es por donde se va el dinero. Basta echar un vistazo a la prensa casi cualquier día desde más o menos 2010 hasta ahora para encontrar con toda seguridad una trama de corrupción vinculada a contratos con sobrecoste y procedimientos irregulares.
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La conjetura mayoritaria ha sido que si convertimos este proceso en un escaparate público puede ser que no erradiquemos la corrupción, pero sí que la limitemos significativamente. Si averiguamos cómo se contrata es más difícil que se compre por encima de precio o siempre ganen las mismas empresas sin un fundamento efectivo.
Cuando la “transparencia” no es transparente
No cumplir con este reto supone un lastre importantísimo. En términos generales, si la “transparencia” no es transparente nos vamos a encontrar tres problemas.
- En primer lugar, cuando no sabemos la verdad sólo podemos “adivinar” soluciones. Por ejemplo, se supone que la fuente de la corrupción son los contratos menores, y, a lo mejor el auténtico sangrado económico está en los procedimientos abiertos (lo digo por un poner, me encantaría saber el número de contratos menores e importe en grandes tramas de corrupción frente a procedimientos abiertos).
- En segundo lugar, una corrupción poco transparente genera la sospecha constante: cualquier contrato o procedimiento en la actualidad puede levantar sospechas pese a un procedimiento impoluto.
- En tercer y último lugar, esto genera un contagio masivo a las instituciones. Si ninguna parece transparente, todas parecen opacas. Y si todas son opacas, todas son sospechosas, lo que es injusto con todas aquellas que no lo son y acaba dañando al sistema democrático.
Contratación pública transparente
A lo largo de todo este tiempo hayamos entrado en un proceso normativo a varios niveles para mejorar la transparencia en los contratos de manera casi redundante:
- La normativa europea, que obliga a publicar a nivel europeo información de todos los contratos y estandariza modelos de datos
- La ley de transparencia que ya incluía en 2013 una serie de requisitos de publicación sobre la información de contratos de cada organización
- La Ley de Contratos que recoge y amplía las obligaciones de publicación tanto en su profundidad (más datos) como en sus espacios (los diferentes portales, destacando especialmente la Plataforma de Contratos del Sector Público)
Adicionalmente, múltiples organizaciones parapúblicas nacionales e internacionales tratan de comprobar, tanto el cumplimiento de la norma como su perfeccionamiento.
Modelo
El modelo de transparencia que han ido configurando todo este acervo normativo se basa en tres principios básicos:
- Control basado en el contrato. La unidad de análisis es el contrato. Cuando uno busca información lo que encuentra es cada uno de los casos de los contratos públicos organismo por organismo
- Transparentar todo el procedimiento: suponemos que si informamos de todos los pasos del contrato será difícil que haya irregularidades. Esto genera una cantidad de información enorme y difícil de gestionar (y de examinar)
- La sociedad civil está llamada a completar la fiscalización mediante la reutilización de los datos en estándares abiertos.
Podríamos decir que tenemos un mecanismo en el que mezclamos el panoptismo con el control social para establecer una primera línea de control.
Limitaciones del modelo
Sin embargo, este modelo presenta una serie de limitaciones.
- Sabemos lo que se pone. Si imaginamos una organización que puede generar 200 ó 300 contratos en un año, informando digitalmente de cada paso del contrato con el nivel de detalle requerido nos vemos abrumados por la cantidad de información.
- No sabemos lo que no se pone. Es extremadamente complicado no sólo saber si se ha publicado todo lo que había que publicar. De hecho, una simple observación de la Plataforma de Contratación del Estado transmite que o hay organizaciones que generan inusualmente poco papel o directamente no cuentan todo lo que tienen que contar (quizá porque no pueden).
- No podemos encontrar fácilmente pautas en esta unidad de análisis. Me gustaría desafiar a que, a base las plataformas de contratación públicas encontremos empresas que ganan muchos concursos con una alta oscilación de precios.
- El control de la sociedad civil (o de cualquiera) no es fácil en términos tecnológicos. Digamos que el desafío tecnológico se ha centrado bastante en hacer plataformas (que no es poco) que en hacer algo relativamente sencillo de operar y comparar entre diferentes instituciones y contratos.
Así pues, aunque la intención es buena, los instrumentos parecen, en mi opinión, poco adecuados para hacer que esa transparencia “obligada” se convierta en una transparencia “efectiva”.
El reto
El auténtico reto es cambiar el concepto. Evidentemente necesitamos controlar todos los contratos de todas las organizaciones en todos los pasos. Sin embargo, lo que no podemos seguir haciendo es concebir un modelo en el que ni la carga adicional de subir información sea tan costosa que impida le trabajo efectivo de las organizaciones públicas, ni la riada de datos sea tal que sea prácticamente imposible extraer ninguna conclusión. Es mucho más sencillo buscar una aguja en un pajar si tenemos rayos-x que a simple vista.
Cambio de paradigma
Seguramente esto suponga un cambio de paradigma en cómo hemos hecho esto hasta ahora: en lugar de subirnos en la norma y en la tecnología, convertir a las diferentes administraciones, y expertos en análisis y visualización de datos en socios de esta aventura. Buscar nuevos enfoques normativos y tecnológicos más allá de la imposición de características de plataformas. Si Google ha sido capaz de ordenar prácticamente Internet ¿no vamos a ser capaces de ordenar algo más pequeño como la Contratación Pública en España?
A fin de cuentas, es un juego en el que ganamos todos y, sobre todo, en el que perderemos muchísimo si no somos lo bastante buenos.